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La preparación para oposiciones, especialmente en el ámbito docente, supone un reto académico y emocional considerable. En este contexto, la investigación de Jesús de la Fuente, Jorge Amate y Paul Sander (Electronic Journal of Research in Educational Psychology, 2018) analizó la relación entre estrategias cognitivas de aprendizaje, estrategias motivacionales hacia el estudio y el nivel de estrés académico en aspirantes a maestros. Sus hallazgos muestran que el dominio de estrategias cognitivas está ligado a un mayor uso de estrategias motivacionales, y que estas últimas se asocian a una reducción significativa del estrés académico. Sin embargo, no se encontró una relación directa entre estrategias cognitivas y estrés. Estos resultados sugieren la importancia de trabajar ambas competencias para mejorar el rendimiento y prevenir el estrés en contextos académicos de alta demanda.
Tras finalizar la universidad, muchos estudiantes en España afrontan el reto de preparar y superar oposiciones, un proceso que exige no solo conocimientos académicos, sino también habilidades personales y emocionales. El modelo CAERE (Competencia para Aprender, Estudiar y Rendir bajo Estrés, de la Fuente, 2015) proporciona el marco para comprender cómo factores cognitivos, motivacionales y emocionales interactúan en estos procesos. El estudio se centra en aspirantes al Cuerpo de Maestros, población sometida a un alto nivel de presión y, por tanto, especialmente vulnerable al estrés académico.
Estas estrategias se refieren a las habilidades metacognitivas que permiten procesar, organizar y transformar la información para asimilarla. Incluyen procesos como la memorización, la esencialización (extracción de ideas principales), la estructuración (organización lógica del contenido) y la elaboración (integración con conocimientos previos). Estudios previos han demostrado que los estudiantes que dominan estas estrategias suelen tener un mejor rendimiento académico y menor tendencia a la procrastinación, además de mostrar una motivación intrínseca más elevada.
La calidad de estas estrategias depende tanto de las características del estudiante como de las metodologías educativas utilizadas. Por ejemplo, quienes emplean preferentemente la estructuración y la elaboración suelen obtener mejores calificaciones que quienes se limitan a la memorización y selección superficial de información.
Las estrategias motivacionales incluyen procesos tanto intrínsecos (ganas de aprender, interés personal) como extrínsecos (búsqueda de recompensas externas). Investigaciones recientes señalan que la motivación intrínseca es un mejor predictor del rendimiento y la perseverancia. Además, la motivación de logro está relacionada con el manejo del estrés académico: niveles más altos de motivación se asocian a menor percepción de estrés.
Estas estrategias pueden ser enseñadas y entrenadas, y existen programas que han demostrado su eficacia en el aumento de la motivación, la autorregulación y el rendimiento académico en contextos universitarios.
El estrés académico en el contexto educativo se define por la aparición de pensamientos interferentes relacionados con la falta de control, la percepción de arbitrariedad en la evaluación, la sobrecarga de trabajo o la falta de competencia percibida. Estos pensamientos generan respuestas fisiológicas, emocionales y conductuales negativas, y pueden afectar significativamente el rendimiento y la salud mental de los estudiantes. El estrés académico ha sido asociado a menor satisfacción con los estudios, peores resultados y, en casos extremos, al abandono académico.
El objetivo principal fue analizar las relaciones de interdependencia entre estrategias cognitivas, motivacionales y estrés académico en opositores, siguiendo el modelo presagio-proceso-producto (3P) de Biggs. Las hipótesis planteadas fueron:
La muestra estuvo compuesta por 179 aspirantes al ingreso en el Cuerpo de Maestros, seleccionados aleatoriamente entre academias preparatorias de Almería (España). La mayoría eran mujeres (n=164), con edades entre 21 y 45 años (M=24.02; SD=4.99). El 20% tenía otro título universitario y más de la mitad eran nuevos en la preparación de oposiciones.
Los cuestionarios se administraron en sesiones ordinarias de clase, garantizando la confidencialidad y el consentimiento informado. El diseño fue ex post-facto, con análisis inferenciales (ANOVA, MANOVA) realizados mediante SPSS y AMOS. Los grupos (bajo, medio, alto) se establecieron mediante análisis de cluster de k-medias.
Se confirmó la interdependencia positiva entre ambas variables: quienes dominan más estrategias cognitivas también utilizan más estrategias motivacionales. Las diferencias fueron significativas en todas las dimensiones y factores analizados, especialmente en funcionalidad y ganas de estudiar, atención y expectativas de éxito, y técnicas de estudio. Los sujetos con bajos niveles en estrategias cognitivas mostraron menor uso de estrategias motivacionales, mientras que los niveles altos se asociaron a un repertorio más amplio y efectivo de técnicas motivacionales.
Se observó una relación negativa y significativa: los aspirantes con mayor uso de estrategias motivacionales reportaron menos estrés académico. Esta relación fue especialmente clara en la dimensión “atención y expectativas de éxito”. Los sujetos con niveles altos en motivación presentaron puntuaciones significativamente más bajas en estrés, tanto en la puntuación global como en las dimensiones de pensamientos sobre emociones desadaptativas y resultados negativos.
No se encontró una relación directa y significativa entre estrategias cognitivas y estrés académico. Sin embargo, sí se observó una tendencia: los grupos con altos niveles en estrategias cognitivas presentaron puntuaciones ligeramente más bajas en estrés, aunque las diferencias no fueron estadísticamente significativas. Esto sugiere que el efecto de las estrategias cognitivas sobre el estrés podría ser indirecto, mediado por el incremento en el uso de estrategias motivacionales.
Los resultados confirman la importancia de integrar tanto estrategias cognitivas como motivacionales en la formación de opositores. La relación positiva entre estrategias cognitivas y motivacionales indica que el desarrollo de competencias metacognitivas favorece la motivación y, por tanto, la persistencia en el esfuerzo académico. Por otro lado, la relación negativa entre estrategias motivacionales y estrés académico subraya el papel protector de la motivación frente a los efectos adversos del estrés.
Estos hallazgos tienen implicaciones directas para la práctica educativa: es fundamental incorporar programas que enseñen explícitamente estrategias de aprendizaje y motivación, especialmente en contextos de alta exigencia. Además, la enseñanza de estas competencias no solo mejora el rendimiento, sino que puede actuar como factor preventivo del abandono y del deterioro de la salud mental asociado al estrés académico.
El estudio presenta algunas limitaciones, como el tamaño y composición de la muestra (mayoritariamente femenina) y la imposibilidad de establecer relaciones causales debido al diseño transversal. Futuras investigaciones deberían replicar el estudio con muestras más amplias y equilibradas, incorporando diseños longitudinales que permitan analizar la direccionalidad de las relaciones. También sería relevante explorar el impacto diferencial de las distintas dimensiones motivacionales y cognitivas, así como la influencia de otras variables del modelo CAERE.
Las conclusiones del estudio respaldan la necesidad de implementar programas formativos que integren el entrenamiento en estrategias cognitivas y motivacionales desde etapas tempranas y a lo largo de la formación universitaria. Enseñar estrategias motivacionales contribuye significativamente a la reducción del estrés, favoreciendo la resiliencia académica y el éxito en pruebas demandantes. Adaptar las metodologías educativas para incluir la enseñanza de estas estrategias puede ser una vía eficaz para mejorar la experiencia y los resultados educativos en contextos de alta presión[2].
La investigación evidencia que las estrategias cognitivas y motivacionales están interrelacionadas y que su desarrollo conjunto no solo mejora el aprendizaje, sino que también previene el estrés aca