
Los abejorros comparten su alegría luego de un festín de azúcar
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En el fascinante mundo de los insectos, los abejorros han sorprendido a investigadores y amantes de la naturaleza por su aparentemente sencilla pero profunda muestra de emociones positivas tras consumir azúcar. Esta conducta nos abre una ventana para entender no solo el comportamiento animal, sino también las bases neurobiológicas de la alegría y el optimismo, incluso en especies consideradas simples. Este artículo explora el estudio que reveló cómo estos animales reaccionan de forma positiva después de un festín azucarado y qué significa esto dentro del campo de la psicología comparada y la neurociencia.
Tradicionalmente, se pensaba que los insectos actuaban únicamente por instinto sin capacidad para experimentar estados emocionales complejos. Sin embargo, investigaciones recientes han desmontado esta idea, mostrando que los abejorros y otros insectos pueden manifestar comportamientos que sugieren estados de ánimo o emociones. Uno de estos comportamientos es la reacción al consumo de azúcar, que en humanos mejora el estado de ánimo y la motivación. ¿Podrían los abejorros experimentar algo similar?
Estudios previos con abejas melíferas indicaron que tras recibir una solución azucarada, las abejas realizan juicios mucho más optimistas respecto a situaciones ambiguas, por ejemplo, explorando estímulos nuevos con mayor rapidez y recuperándose antes tras un estrés simulado, como quedar atrapadas temporalmente en una red imaginaria[1][2]. Estas evidencias plantean la posibilidad de que estos insectos tengan mecanismos neuronales para experimentar estados positivos.
En uno de los experimentos pioneros, científicos entrenaron a abejorros para que asociaran colores específicos con recompensas azucaradas y otros sin recompensa. Posteriormente, se les presentó un color ambiguo (no asociado anteriormente) para observar su respuesta. Los abejorros que habían recibido un poco de azúcar antes del test tendieron a explorar más rápido el nuevo estímulo, mostrándose “optimistas” respecto a la posibilidad de una recompensa[2]. Esto se interpretó como una señal de un estado emocional positivo inducido por el azúcar.
En otro experimento, simularon una amenaza inmovilizándolos por un corto tiempo para imitar un susto, similar a la captura posible por una araña. Los que habían ingerido azúcar superaron el estrés mucho más rápido que los no alimentados con azúcar. Adicionalmente, se aplicó un bloqueo del neurotransmisor dopamina, clave en la regulación de estados de ánimo positivos en humanos, y los efectos del azúcar desaparecieron cuando esta sustancia quedó inhibida[1][2]. Esto revela que la dopamina también juega un papel crucial en el bienestar de los abejorros.
La dopamina es un neurotransmisor asociado en humanos con la motivación, el sistema de recompensas y las emociones positivas. Su rol en insectos como los abejorros brinda pistas de una evolución conservada en los circuitos cerebrales responsables del afecto y el comportamiento motivado. Cuando se bloquea la acción de la dopamina en los insectos, la respuesta positiva a los estímulos dulces desaparece, lo que indica que estos mecanismos no solo están presentes, sino que son funcionales[1][2].
Esta relación sugiere que los abejorros no solo reaccionan de forma mecánica, sino que podrían tener algo análogo al sentimiento subjetivo de alegría, aunque todavía es incierto si poseen conciencia emocional tal como la conocemos en humanos. Según los investigadores, entender qué circuitos neuronales permiten esta experiencia sería el próximo gran paso para comprobar si realmente “sienten” o solo responden reflejamente[1].
Desde una perspectiva evolutiva, el consumo de néctar azucarado por parte de los abejorros y abejas es esencial para su supervivencia. Pero este comportamiento también incide en su estado emocional y su eficacia como recolectores de polen. Al estar optimistas, muestran mayor motivación, exploración y resiliencia frente a amenazas naturales consecuentes en su hábitat, como depredadores o condiciones adversas[2][3].
Además, diversos estudios complementan que sustancias naturales presentes en el néctar, como la cafeína, también mejoran la memoria y la atención en las abejas, haciendo que prefieran ciertas flores y mejoren su capacidad para regresar al panal con alimentos[3]. Por ende, el festín de azúcar no solo genera alegría sino que tiene un impacto directo en la eficiencia ecológica y la supervivencia de las colmenas.
Un aspecto curioso relacionado es el fenómeno del "encadenamiento" o "festoneo" en las abejas melíferas. Este comportamiento, donde las abejas se sujetan unas a otras formando una estructura en forma de red, demuestra cómo la interacción social puede reflejar estados colectivos y coordinación grupal[4]. En los abejorros, aunque menos estudiado, la sensación de bienestar tras un estímulo positivo como el azúcar puede influir en su conducta social y cooperación.
Estos hallazgos abren un nuevo campo de análisis en el estudio de emociones en animales pequeños, especialmente en los insectos, que se consideran organismos con sistema nervioso sencillo. Comprobar que tienen respuestas afectivas como el optimismo y la alegría apunta a un posible origen evolutivo remoto de dichos procesos emocionales, planteando preguntas sobre cómo definir la conciencia y los sentimientos en formas de vida inhóspitas para la intuición humana.
Para los psicólogos y biólogos, la investigación con abejorros permite explorar cómo los estados emocionales influyen en la cognición y el comportamiento incluso en animales sin corteza cerebral compleja. Esto contribuye a debates éticos sobre el trato animal y el respeto por la vida no humana, pues muestra que el bienestar emocional no es exclusivo de mamíferos o aves.
Los estudios actuales se enfrentan al reto de determinar si estas emociones son realmente subjetivas o meras reacciones biológicas mediadas por dopamina. Investigar el circuito neuronal específico en abejorros es uno de los objetivos para responder finalmente si experimentan “sensaciones” o si su optimismo es un mecanismo adaptativo sin conciencia. Tal avance demandará tecnologías de imagen y genética adaptadas a insectos.
La sorprendente capacidad de los abejorros para compartir su alegría tras un festín de azúcar redefine cómo entendemos las emociones en el mundo animal, retirando fronteras artificiales entre humanos e insectos. A través del estudio de su comportamiento y neurobiología, se revela que la dopamina es un actor clave en su optimismo y recuperación a situaciones adversas, mostrando vínculos profundos entre la motivación, recompensa y el estado emocional, incluso en criaturas diminutas. Esta investigación no solo amplía el conocimiento científico sino que invita a valorar la complejidad de las formas de vida más allá de nuestra percepción habitual.